El liderazgo de las jóvenes maoríes en el movimiento de derechos del pueblo indígena en Nueva Zelanda
Ante la histórica vulneración de los derechos de la comunidad maorí en Nueva Zelanda, un grupo de mujeres jóvenes ha generado el movimiento indígena al que más personas se han sumado y que está logrando mayores avances en 10 años.
La comunidad maorí representa al 15% de la población del país, y desde la colonización británica a mediados del siglo XIX se les han arrebatado la mayor parte de sus posesiones. Sin sus tierras, con las que esta comunidad siente una profunda conexión espiritual, y con la erosión de sus derechos culturales, las familias de origen maorí sufren desde hace décadas una grave exclusión social.
Hace aproximadamente cinco años, Pania Newton, una joven abogada, se reunió con sus primas alrededor de la mesa de la cocina y juntas decidieron hacer todo lo posible por defender los derechos de las y los maoríes y evitar la construcción de viviendas por parte de la mayor inmobiliaria del país en una zona considerada sagrada para los maoríes en Ihumātao.
De este modo, formaron el movimiento Save Our Unique Landscape (SOUL). Desde entonces han representado a miles personas que están defendiendo la tierra protestando contra la decisión del proyecto inmobiliario, y desde hace unas semanas han acampado en el sitio propuesto.
El movimiento se caracteriza por estar originado y formado por una gran mayoría de mujeres. En la noticia publicada en Thomson Reuters Foundation News hablan de cómo sacan sus fuerzas para seguir luchando de su conexión con la tierra, de la valoración de la capacidad de cuidado, y plantean que se sienten resilientes y fuertes por todos los desafíos que durante años han tenido que superar.
A la lista de retos ya afrontados por la solidaridad de las mujeres y la larga historia de activismo de la comunidad maorí podrán sumar un paso más en el camino al éxito ya que la primera ministra, Jacinda Ardern, ha hecho público que ninguna construcción será llevada a cabo por el momento y se establecerá el diálogo entre las partes afectadas.
Por Ana Toledo
Fuente: El Diario Feminista
