agosto 14, 2019

Tecnología ancestral, conocimiento resguardado por la sabiduría de las mujeres



Guiarse por el temporal, por el color de las plantas, por la posición de las estrellas para sembrar o andar el camino. Conocer las propiedades curativas de plantas y flores, saber mezclar esos elementos. Todo ello representa un conocimiento milenario que se encuentra en medio de una extraña dicotomía: la apropiación de esos saberes para el favorecimiento de ciertas industrias (como la farmaceútica) y un profundo desdén a este tipo de herramientas.

Pero sí, aunque se intente poner en duda, sí es tecnología. Tecnología que se vale de la oralidad para pasar de generación en generación y para continuar evolucionando, tecnología que responde a necesidades inmediatas y de la cual son guardianas muchas mujeres.

Las tecnologías ancestrales utilizaron las manos humanas como sus principales herramientas. Más tarde fueron complementadas con otras herramientas auxiliares, como lo revelan las excavaciones y estudios de sitios arqueológicos. Una de las tecnologías que más ha resistido el paso del tiempo es el tejido, herramienta que permitió dejar atrás la desnudez con la que frágilmente se enfrentaba a los ambientes hostiles de la naturaleza.

Las personas tuvieron que inventar el tejido, el hilado, las herramientas y las otras técnicas necesarias para poder hacer las telas utilizadas para el vestir. Es gracias a estudios detallados de la historia tecnológica de los textiles, como el libro de “Saber Enlazados” de Kristen Jhonson y “De la Vestimenta y los hombres de Claude” Stresser-Pean que podemos entender estas técnicas y saberes ancestrales como una tecnología, que incluso es reinventada constantemente.
Saberes compartidos, tecnologías para la vida

De la desnudez al vestir, llegamos totalmente desnudos al mundo, “con piel frágil y sin pelaje” escribe la antropóloga Claude Stresser-Pean en su libro “De la vestimenta y los hombres: una perspectiva histórica de la indumentaria indígena en México”. Desde siempre tuvimos la necesidad de protegernos del ambiente y los diferentes climas como el calor, el frío y la lluvia.

Las primeras prendas estaban hechas de elementos naturales: piel de animales, hierba, hojas, huesos y conchas. Las prendas a menudo estaban cubiertas o atadas. Sin embargo, en las excavaciones se han encontrado agujas simples, tecnologías ancestrales hechas de hueso de animal que proporcionan evidencia de prendas de cuero y piel cosidas de al menos 30,000 años atrás.

Con el tiempo, la tecnología de confección de vestimenta evolucionó, y con ella la función del vestir trascendió el ámbito de lo social a ser un medio de identidad. Vestirse, menciona Claude Stresser “parece ser, antes que nada, una necesidad para combatir los efectos del entorno. Sin embargo, la ropa es también producto de un hábito social. Por lo mismo, contribuye a definir parcialmente los criterios de una sociedad”.

De las manos al mercado

Con la historia de la sociedad va la historia de los textiles. La doctora Kristen Johnson en un detallado estudio de la Historia textil en México: “Saberes enlazados; la obra de Irmgard Weitlaner Johnson”, menciona que el tejido en telares de cintura data aproximadamente del año 1000 a. de C. y como técnica ha cambiado poco. La evolución del tejido se dio a la par que la domesticación del algodón blanco y café, y el uso de tintes extraídos de pigmentos vegetales, animales y minerales con los que se decoraba la vestimenta. Las primeras tejedoras también extrajeron fibras de especies de agave y yuca, y de plantas como las ortigas.



El huipil, una de las prendas tradicionales que aún se elaboran en telar de cintura, existe desde la época mesoamericana. De acuerdo a la descripción del Códice Magliabechiano, un huipil constaba de una tela rectangular de dos o tres lienzos tejidos en telar de cintura. El trozo de tela obtenido era doblado a la mitad. Al centro del pliegue una abertura vertical permitía pasar la cabeza. Cada extremo de la abertura iba marcado por un tejido pequeño de forma rectangular. Al coser entre sí los dos bordes laterales se obtenía una túnica y se dejaba en la parte superior de cada lado una abertura más o menos grande por donde pasaban los brazos. Con el tiempo las técnicas se modificaron y los diseños se diversificaron.

Como primera tecnología, el hacer de las artesanas, experimentó cambios profundos. La indumentaria indígena y otros aspectos de la cultura material no suelen ser estáticos. Kristen Jhonson, en su investigación, redacta que las tejedoras incorporaron nuevos motivos y diseños, adoptaron colores y experimentaron con diferentes materiales.

“Durante la segunda mitad del siglo XX, la magnitud de los cambios en la tradición textil mexicana fue más que una acomulación de pequeñas modificaciones. Fue una época en que los hilos, los tintes y las telas industriales reemplazaron los materiales que se procesan localmente y en la que los tejidos y prendas que antes se elaboraban para uso domestico y venta en mercados locales fueron reorientados hacia una clientela externa”. Fue la bienvenida de los textiles indígenas al mercado global.

Consecuencia de su larga vida, la historia textil de México ha sido testigo y parte de diferentes acontecimientos que han influido sobre su comportamiento. A pesar de eso en poblaciones como Santa María Huazolotitlán las antiguas tecnologías y los saberes ancestrales se mantienen y resisten al mercado global.

Herramientas para la resistencia

Las formas, los diseños, los materiales y los colores que son utilizados en la creación de prendas y ornamentos, devienen de las condiciones sociales específicas que se desarrollan según cada grupo, entidad cultural o persona. De ahí que la vestimenta, hasta cierto punto, refleja ciertas características de las relaciones sociales humanas y su interacción constante con la naturaleza.

A final de cuentas, la historia de la indumentaria indígena contemporánea como menciona Stresser-Péan “habrá de aparecer como la historia de la resistencia indígena, de su lucha por conservar total o parcialmente su identidad étnica” lo que nos deja la necesidad de rescatar las herramientas que así lo posibilitaron, el pasado y presente de la vestimenta en las culturas que han existido va anclado a las tecnologías que utilizaron. Comprender las antiguas tecnologías es un aspecto importante de la manifestación artesanal y una clave esencial para la conocer y profundizar en la cultura de un pueblo.

Fuente: Luchadoras.mx

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