abril 18, 2021

Beatriz Avelaira: “Violencia obstétrica es violencia machista a la que se le suma una mala praxis médica”

Varias asociaciones feministas gallegas ponen en marcha una reclamación telemática conjunta para denunciar los casos de violencia obstétrica en los hospitales gallegos.

Beatriz Aveleira Paraje, de la asociación Arrolos de Teta.


Beatriz Avelaira Paraje es profesional sanitaria y forma parte de la asociación ourensana de ayuda y promoción a la adaptación maternal Arrolos de Teta. Esta asociación —junto a la Marcha Mundial das Mulleres, Petra (Maternidades Feministas), y Materfem (Maternidades Feministas Galegas)— ha decidido poner en marcha una reclamación telemática conjunta para denunciar los casos de violencia obstétrica que se dan tanto en el Complexo Hospitalario de Ourense (CHUO) como en el resto de Galicia.

Según la ONU —que reconoció su existencia como algo sistémico en el año 2019— la violencia obstétrica es “el maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto”. Sin embargo, desde estas asociaciones feministas denuncian que la sanidad gallega sigue sin reconocer una realidad que, por otra parte, cada año más mujeres se atreven a denunciar. Para Beatriz, como para el resto de las asociaciones, esta acción conjunta formada por “reclamaciones consensuadas, que después son presentadas de forma individual por cada mujer” a través de la unidad de registro del SERGAS “son fundamentales”. Por una parte, porque “ponen la violencia obstétrica encima de la mesa” pero, además, porque si son muchas las mujeres que relatan su experiencia, ¿cómo se va a poder seguir afirmando que la violencia obstétrica no existe?

¿Cuál es el objetivo detrás de esta reclamación telemática conjunta?
Al principio era una reclamación local dirigida al CHUO. Ahora, el objetivo final es más amplio y es el de siempre: colocar la lucha contra la violencia obstétrica en la agenda política. Que se respeten los derechos fundamentales de las mujeres durante los procesos obstétricos, y que se cumplan las leyes sanitarias actuales. Y hay que decir que esta violencia afecta también a los bebés, porque éstos tienen el mismo derecho a ser paridas sin violencia y sin ser separadas sin motivos médicos de sus madres.

Después, entre los objetivos que podemos ir consiguiendo con el tiempo, están el de crear un Observatorio sobre violencia obstétrica y que se creen protocolos públicos y herramientas para facilitarles a las mujeres que pasan por esto que puedan denunciar. Dándoles apoyo para que no se sientan solas. Todas conocemos a alguien que pasó por esto —si no fuimos nosotras mismas— y negarlo ya es violento en sí mismo.
El objetivo final es colocar la lucha contra la violencia obstétrica en la agenda política, que se respeten los derechos fundamentales de las mujeres durante los procesos obstétricos, y que se cumplan las leyes sanitarias actuales

¿Qué pasos seguisteis hasta ahora y cuál fue la respuesta dada por el Sergas?

Hicimos una primera reclamación con motivo del 25N Era un decálogo con diez puntos que estaban relacionados con la violencia obstétrica en sus múltiples vertientes, y donde incluimos otros temas relacionados con ella. La respuesta que recibimos por parte del Sergas fue muy corta y un despropósito. L único que hicieron fue repetir que en Ourense no ocurría nada de esto, que se seguían los protocolos marcados. También pusieron la excusa de la COVID, porque ahora está muy presente para que todo valga. En resumen, lo que hicieron fue invisibilizar el problema, negando que ocurra para así no tener que esforzarse en solucionarlo. Acusándonos casi de ser unas locas.

Ante esto, decidimos que había que denunciar otra vez, porque una contestación así no era válida. No se puede negar por sistema que se vulneran los derechos de las mujeres en los hospitales y quedarse tan tranquilos. Por esa razón, hicimos una segunda reclamación a principios de este año 2021 —hace ya unos meses—, y todavía no recibimos respuesta. Esta segunda reclamación era bastante más extensa e implicaba a otros servicios. La enviamos al comité de ética del hospital, a la dirección de enfermería, a la gerencia y a la comisión de lactancia materna. La comisión de lactancia no tiene constancia de esta reclamación, pero sabemos que el resto de los servicios sí la recibieron y, aun así, hoy seguimos esperando una contestación.

¿Piensas que la sociedad es consciente de este tipo de violencia?

Lo que pasa con la violencia obstétrica es exactamente lo mismo que ocurre con el maltrato en el hogar: la sociedad es consciente de que existe, pero nadie habla de ella. Alegan no verla o piensan que es algo en lo que no hay que meterse. Es un secreto a voces. Pero, al final el origen de todas estas violencias es siempre la misma: un sistema patriarcal donde las mujeres no son consideradas aptas para tomar decisiones sobre sus cuerpos y procesos reproductivos.

También es importante tener en cuenta que la violencia obstétrica es una violencia machista a la que se le suma una mala praxis médica. Y, aunque la violencia obstétrica no está tipificada en sí como delito, tanto la violencia como la mala praxis médica sí que lo están. Aun así, para las profesionales médicas, sobre todo, es muy complicado asumir que la violencia obstétrica se da, porque sería reconocer que ellas son parte del problema. Sin embargo, si no asumes que este problema existe, ¿cómo lo vas a poder solucionar? 
Es imposible.

Lo que pasa con la violencia obstétrica es exactamente lo mismo que ocurre con el maltrato en el hogar: la sociedad es consciente de que existe, pero nadie habla de ella


¿Qué papel tiene el personal de la salud?
Creo que todo el personal sanitario tiene la responsabilidad total en la existencia de violencia obstétrica—desde las personas que trabajan en las consultas hasta a la gerencia—, porque son ellos quienes ejercen la violencia y actúan con mala praxis. Lo que está claro es que en ningún caso se puede responsabilizar a quien sufre. Mas, como digo, entendemos que es muy duro asumir que se forma parte de esta realidad. Yo también soy profesional sanitaria y soy consciente, pero conozco personas que no asumen su papel en esta problemática.

También es verdad que existen muchas situaciones diferentes. Hay un modelo de atención muy jerárquico, jornadas laborales interminables, turnos muy largos y complicados, se sufre de mucho estrés... y entendemos que todo eso puede llevar a que se den ciertas situaciones. Por otra parte, los protocolos y las guías no están actualizados, se sigue trabajando en muchos sentidos por la 'vieja escuela' —por decirlo de alguna manera— y parece que no importa la actualización del personal. Además, como no es obligatoria, muchos profesionales a los que se les enseñó a ejercer de determinada manera repiten patrones. Pero, esto no puede ser excusa para que esta violencia siga existiendo, habrá que actualizarse. Igualmente, en el propio sistema sanitario la violencia obstétrica hace que aumenten las consultas de las madres a diversos especialistas por problemas derivados de estas malas praxis.

Pero hay profesionales que sí se implican, ¿no?
Por supuesto. Hay profesionales implicadas, gente muy activa en este momento que está muy comprometida contra la violencia obstétrica y que asume su papel. Son gente muy valiente, porque intentar cambiar esta situación no es fácil. Muchas incluso sufren problemas psicológicos, además de represalias laborales por manifestarse. Para muestra el caso del hospital comarcal de Verín donde el ginecólogo jefe de servicio está pendiente de la resolución de un expediente abierto. Pero hace falta más gente que se atreva a denunciar lo que está ocurriendo en los paritorios y consultas.

¿Tiene todo esto que ver con que no se deje que las mujeres seamos dueñas de nuestros cuerpos?

Sí. Es importante decir que la violencia obstétrica engloba muchísimas situaciones que tienen que ver con la sexualidad y la reproducción. Desde las consultas en las que la mujer dice que está buscando un embarazo o un determinado método anticonceptivo; cuando hay interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo; en el propio embarazo, el parto, el puerperio, la lactancia materna, etc. En todas ellas, las mujeres tienen que aguantar comentarios, malas palabras, y actos médicos que vulneran sus derechos. Se realizan pruebas sin pedir consentimiento, no se informa de nada... Hay incluso cuestionamientos morales, que no sé a qué vienen porque se supone que un profesional sanitario tiene que ser objetivo. Opiniones continuas sobre si eres muy joven o muy vieja para tener un hijo, si pesas mucho o poco, si eres heterosexual o homosexual —ya no te digo con la transexualidad, la de violencia que puede haber ahí—. Y claro, tú vas a la consulta pensando que van a saber cómo tratarte, y esperas que te cuiden y te expliquen las cosas, y lo que te encuentras es todo lo contrario. Y todo esto siempre tratando a las mujeres como locas y exageradas cuando preguntan o tienen dudas. Echándonos en cara que pensamos que todo iba a ser muy bonito y no es así.

Lo que ocurre es que a mujer pierde totalmente la autonomía y la capacidad de decidir lo que quiere hacer con su cuerpo

Al mismo tiempo, se va patologizando lo que es natural. Se deshumaniza el acompañamiento y la atención, y se medicaliza una barbaridad. Al final, lo que ocurre es que a mujer pierde totalmente la autonomía y la capacidad de decidir lo que quiere hacer con su cuerpo. Mientras, a la vez, se le exige que esté informada y tenga un plan de acción. Yo trabajo en sanidad y no se me pasa por la cabeza exigirle a un paciente que sepa cómo actuar ante su enfermedad. La labor de un sanitario, lo que primero se nos enseña, es a pedir consentimiento informado de lo que se va a hacer. Es básico. Entonces, ¿por qué en los procesos obstétricos de las mujeres no se hace? La conclusión a la que llegamos es que no quieren que seamos dueñas de nuestros cuerpos.

¿Y por qué es tan difícil denunciar?

Primero, porque para que una mujer denuncie tiene que ser consciente de lo que le pasó, y muchas de las que pasaron por un episodio de violencia obstétrica no se dan cuenta. Tienen depresión post-parto o problemas psicológicos, y no saben por qué. Y, cuando sí son conscientes, es algo muy duro asumir que fuiste víctima de violencia.



A esto se le suma que las mujeres tienen miedo, no tienen datos, las historias clínicas no están completas. Muchas solicitan acceso a su historial clínico para poder denunciar legalmente y se dan cuenta de que faltan datos, y eso a la hora de tomar acciones legales dificulta bastante, porque es tu palabra contra la palabra de un profesional al que se le presupone que no tiene intención de hacerte mal. Y al no haber datos en las historias clínicas, en muchas ocasiones las mujeres tienen que someterse a peritajes forenses, lo que implica una doble violencia: no solo no se confía en la palabra de la mujer, sino que se tiene que someter una vez más a que se manipule su cuerpo para probar que lo que está diciendo es cierto. En Ourense, por ejemplo, dicen que no se realiza la maniobra de Kristeller, pero hace unos meses una madre de mi asociación sufrió este procedimiento. Esta chica ahora reclama su historial clínico para hacer una denuncia legal y no aparece que eso pasara, por lo que se tiene que someter a un peritaje. ¿Y por qué no lo anotan? Por algo será. Probablemente porque no se respetaron los protocolos y no lo quieren reconocer.
Muchas solicitan acceso a su historial clínico para poder denunciar legalmente y se dan cuenta de que faltan datos, y eso a la hora de tomar acciones legales dificulta bastante, es tu palabra contra la palabra de un profesional

Y decís también que juegan “la carta del bebé muerto”.

Sí, utilizan la muerte del bebé como amenaza para atajar cualquier duda, invalidando además lo que sentimos, alegando que todo se hizo por la vida de nuestro bebé. Lo que pienso que pretenden con eso es que sintamos que somos desagradecidas y que estamos agrediendo a las profesionales que sí ejercieron su labor como es debido.

Obviamente que, en cuanto buscas un embarazo, lo que quieres es ver a tu hija o hijo sano, y arriesgarías lo que fuese por ello. Pero no se puede dar prioridad siempre a la vida del bebé viendo a la madre como algo secundario, un simple recipiente donde la vida surge. Porque entonces parece que da igual que las madres se queden traumatizadas si el bebé está bien. No puede ser. Hai mujeres que terminan con secuelas muy graves tanto físicas como psíquicas. Desde el punto de vista fisiológico, por ejemplo, hay mujeres que después de un parto con instrumentalización tienen problemas de incontinencia urinaria o fecal, y dolor durante las relaciones sexuales. Y, desde o punto de vista psicológico y emocional, muchas quedamos marcadas, porque sientes que no se respetó tu opinión, tu autonomía, tu capacidad de decidir. Además, ¿cómo crees que se siente una persona que no pode salir de casa porque tiene incontinencia o que ya no puede disfrutar de su sexualidad? Es muy duro.

A pesar de todo, cada vez más mujeres están haciéndose conscientes de la violencia obstétrica.
Sí. Como dato, en el año 2020 una matrona, Laia Casadevall, hizo un estudio sobre la percepción que tenían las mujeres sobre la atención durante el parto en concreto, y los datos son bastante impactantes. Por ejemplo, un 38% de las mujeres tenían la percepción de que había sufrido violencia obstétrica y un 44% consideraban que se les habían practicado intervenciones innecesarias. Después, que esto es lo que a mí más me aterra, un 83,4% tenían la percepción de que non habían sido informadas por los profesionales, y no se les había pedido un consentimiento informado, para realizar ciertas prácticas. Son unas cifras espantosas, teniendo en cuenta que fueron muchos las mulleres a las que se les realizó esta encuesta. ¿Qué indica esto? Que se realizan prácticas porque sí —vías, tractos vaginales...—, con la excusa de que son ellos los que saben. Sin explicar cómo o por qué las hacen, qué efectos secundarios pueden tener, qué complicaciones o qué beneficios aportan.

Encuestas como ésta son muy ilustrativas. Sin embargo, al contrario, llama la atención la opacidad de la información que tienen en los hospitales. Cuando buscas datos de partos vaginales, cesáreas, etc. es muy difícil conseguirlos. Y sería fundamental conocerlos para mejorar y cambiar esta realidad. Pero, no sé por qué motivo, no son datos públicos. Es todo muy opaco.

Fuente: El Salto

Sobre este artículo

“Violencia obstétrica es violencia machista a la que se le suma una mala praxis médica” es el tercero y último de una serie de tres artículos sobre violencia obstétrica en Galiza realizados por Asalta, un espacio feminista que nace dentro de O Salto Galiza —la redacción gallega de El Salto— para reflexionar sobre el periodismo transversal. El artículo fue publicado originalmente en gallego y ha sido traducido al castellano por su autora.

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