Patricia Castañeda: “Las feministas podemos debatir nuestras diferencias, pero sin olvidar los puntos en común”
“Sin las acciones educativas y socializadoras de las mujeres, las sociedades indígenas no habrían sobrevivido al colonialismo expropiador”, explica la antropóloga
Martha Patricia Castañeda, doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ELDIARIO.ES/EUSKADI
Martha Patricia Castañeda es doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fundadora del Programa de Investigación Feminista del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM. Sus investigaciones se centran en la situación de las mujeres indígenas y rurales, en violencia feminicida y en las trayectorias de las antropologías feministas en países de habla hispana.
Al igual que otras 300 expertas, ha participado en el primer congreso de Antropología Feminista de Euskadi que se ha llevado a cabo esta semana en Donostia. Para Castañeda, los retos a los que se enfrentan tanto el feminismo, como la Antropología Feminista, son parecidos. “Tenemos que escucharnos más, necesitamos entendernos más, leernos más entre nosotras y dialogar más porque si bien es cierto que existen los feminismos, término que utiliza el plural para aludir a las distintas especificidades, tenemos muchos puntos en común y por eso todas formamos parte del feminismo. Las feministas podemos debatir nuestras diferencias, pero sin dejar de lado nuestros puntos en común. A partir de ahí, debemos establecer una relación más dialéctica y dialógica”, sostiene.
¿En qué se ha basado su participación en el congreso de Antropología Feminista?
He estado hablando de antropología feminista y de cómo es posible, a través de distintos métodos, deconstruir la historia individual y colectiva haciendo un reconocimiento de dónde venimos, dónde estamos, con quién compartimos los espacios y hacia dónde vamos. Eso es algo que durante mucho tiempo ha sido importante para las feministas y, desde luego, las antropólogas feministas no estamos lejos de ese interés. En mi opinión, más allá de las críticas y los ajustes que tenemos que hacer, establecer la genealogía es fundamental para ir documentando nuestra historia.
¿Por qué cuesta tanto entender en algunos sectores que el feminismo es una perspectiva que cabe en el ámbito del conocimiento y el método científico?
Ahí pesan muchísimo el sesgo ideológico y las posturas de resistencia ante todo lo que implica el feminismo, porque desde el punto de vista de movimiento o de postura política, la inconformidad y la denuncia de sometimiento, de explotación, de violencia o de ausencia de la historia, está muy mal vista tanto por hombres como por mujeres que están tratando de defender un sistema. La parte de defensa de los derechos de las mujeres en estos ámbitos ha sido y está siendo oscurecida, porque justo afecta a un universo tan íntimamente vinculado con el modelo capitalista, como es la ciencia.
La colonialidad es ese poder ideológico que ha hecho que los pueblos indígenas se olviden de lo que son para que se conviertan en lo que se espera que sean
Parte de su trabajo se basa en analizar la situación de las mujeres indígenas y rurales en América Latina. ¿Qué aporta la Antropología Feminista a sus situaciones?
En sus inicios, en la década de los 70, fue fundamental el trabajo descriptivo que hicieron muchas antropólogas para mostrar las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres campesinas y rurales. En las antropologías, en las monografías clásicas, siempre están presente las mujeres, pero nunca son enunciadas. Por eso, fueron las antropólogas feministas las que dieron a conocer el lugar que ocupaban las mujeres en la sociedad y la relevancia de sus aportes para la reproducción de sus grupos domésticos, de sus sociedades. Particularmente en el caso de las mujeres indígenas, lo que empiezan a documentar es que sin las acciones educativas y socializadoras de las mujeres, las sociedades indígenas no habrían sobrevivido al colonialismo expropiador. Sacar a la luz todos estos procesos no ha sido fácil, pero actualmente tiene una enorme potencia porque ya no son las antropólogas externas a esas culturas las que lo documentan, sino que las propias antropólogas indígenas son las que están haciendo esta recuperación y están elaborando su historia.
En un sentido antropológico, ¿cómo afectó el colonialismo a los pueblos indígenas?
Aníbal Quijano hizo un trabajo muy importante cuando distinguió colonialismo de colonialidad. Describió el colonialismo como la práctica de someter, ya fuera vía política, económica o militar a los pueblos indígenas del mundo, no solo de América Latina, pero la colonialidad es el proceso ideológico cultural de transformar la realidad de las personas dominadas para ejercer la dominación y actúen como los dominadores esperan. La colonialidad es ese poder ideológico que ha hecho que los pueblos indígenas se olviden de lo que son para que se conviertan en lo que se espera que sean. Por eso la propuesta de descolonialidad es tomar conciencia de ese proceso para posicionarse contra él y erradicarlo.
¿Cómo se puede posicionar contra la colonialidad y erradicarla?
Es fundamental ver con mucha atención, participar y observar lo que están haciendo las movilizaciones indígenas campesinas y populares en distintos contextos. En el caso del territorio que yo conozco, que es América Latina, y en concreto México, hay que ver toda la defensa del medioambiente o la oposición a distintas formas de violencia que se lleva a cabo contra las mujeres a través de distintos mecanismos, como cuando defienden sus tierras de productos transgénicos o promueven el autoconsumo o el trueque para evitar el dinero. Las mujeres indígenas realizan prácticas que demuestran que es posible salir de una lógica capitalista y tener otra.
Las mujeres indígenas realizan prácticas como el autoconsumo o el trueque que demuestran que es posible salir de una lógica capitalista y tener otra
Durante el congreso ha podido escuchar a antropólogas vascas y españolas, además de provenientes de otros países. ¿Qué diferencia ve entre España y México en cuanto a Antropología Feminista?
Más que las diferencias, lo que percibo son los momentos en los que ha habido un intercambio entre las dos antropologías. Ha habido influencias mutuas y me parece que con un poco de esfuerzo por ambas partes podríamos establecer un campo muy interesante. Me cuesta trabajo ver las diferencias, porque me interesan más los puntos en común. No por obviar las diferencias, sino por encontrar ese punto en el que podamos dialogar.
¿Cuáles son los retos de la Antropología Feminista?
Son los mismos retos del feminismo, en el sentido de que tenemos que escucharnos más, necesitamos entendernos más, leernos más entre nosotras y dialogar más porque si bien es cierto que existen los feminismos, término que alude a las distintas especificidades, tenemos muchos puntos en común y por eso todas formamos parte del feminismo. Las feministas podemos debatir nuestras diferencias, pero sin dejar de lado nuestros puntos en común. A partir de ahí, debemos establecer una relación más dialéctica y dialógica. En la Antropología Feminista ocurre lo mismo, porque no podemos estar ajenas a lo que ocurre en el campo del feminismo. En el campo de la Antropología Feminista nos falta mucho por avanzar para derribar el antropocentrismo profundo.
Fuente: El Diario.es