«Ni musas ni sumisas», la historia del arte bajo la mirada feminista
Portada del libro "Ni musas ni sumisas", de Helena Sotoca. Foto: Bruguera.
«¿Dónde están las mujeres en el mundo del arte? ¿Qué papel tienen? ¿Cómo se ha trasmitido su historia?», esos son algunos de los interrogantes que la española Helena Sotoca, conocida como Femme Sapiens, despeja en su libro «Ni musas ni sumisas», en el que hace una revisión de la historia del arte occidental con perspectiva feminista.
Por medio de explicaciones y comparaciones muy gráficas, Sotoca demuestra en el libro (Bruguera, 2022) que el machismo en las obras de arte no es una cuestión del pasado, sino que es «el inicio de una tradición que todavía continúa».
«Me ha sorprendido mucho ver cómo cosas que estaban absolutamente normalizadas en el siglo 17 siguen normalizadas hoy. Por ejemplo, las violaciones en los cuadros es el placer de la violencia sexual. Los reyes disfrutaban viendo estos cuadros. Pues hoy tenemos Pornhub con millones de videos de violaciones que hombres disfrutan viendo por el mismo motivo que hacían los reyes, que es para sentir el poder. Al final han cambiado las formas pero no los fondos», asegura en una entrevista con Efeminista.
Además, con ironía y sátira, la autora reflexiona sobre la mujer y su papel en la cultura, los cánones de belleza o la sexualidad femenina, y demuestra que, efectivamente, las mujeres no fueron «ni musas ni sumisas». «Vamos a empezar a ver el arte como una cosa mucho más extensa que la pintura y vamos a empezar a luchar para crear espacios en los que las mujeres tengan cabida dentro del arte», agrega.
«Ni musas ni sumisas», de Helena Sotoca
Pregunta: ¿De dónde sale la idea de escribir este libro?
Respuesta: Yo creo que hacía falta recopilar en un libro toda esta información del arte con perspectiva feminista en castellano y a nivel divulgativo, porque existe muchísima bibliografía de nivel académico, pero a nivel divulgativo creo que faltaba esta foto general que he intentado hacer.
P: Y ¿cómo fue el proceso recopilatorio? ¿Cuánto tiempo le tomó?
R: Tardé seis meses. Fue un proceso complicado, sobre todo por la bibliografía. También fue en una época de muchas restricciones. Entonces para ir a las bibliotecas, etcétera, no me fue sencillo. Y luego hay muchas fuentes que están en francés, alemán, inglés y que es muy difícil encontrar.
Además, el tema se ha escrito tan poco que cuesta mucho encontrar esta bibliografía. Igual necesitas un libro que es un catálogo de una exposición que se dedicó a un artista en el año 60 en un museo en Estados Unidos. A ver cómo consigues este catálogo, pero tú sabes que ahí está tu respuesta.
Las mujeres en el mundo del arte
P: Después de hacer toda esta investigación, ¿cuál diría que es el lugar que ocupa la mujer en el mundo del arte?
R: Yo creo que hay dos maneras de mirarlo. Por un lado tenemos las creadas, que es de hecho como está estructurado el libro, y las creadoras. En las creadas están las mujeres que aparecen en los cuadros, tenemos millones y millones de ejemplos de mujeres que están en los cuadros. Ahí, en general, en la historia del arte, son objetos que están ahí para ser mirados por su belleza.
Y si no, ocupan, o bien un espacio de perfección moral, como parecería ser la Virgen María, o un espacio de señalamiento moral como Eva, todas las femme fatales, prostitutas, etcétera. Hay estos tres sitios.
Y luego en el otro lado están las creadoras, algo que evidentemente depende del momento histórico. Por lo general hubo una prohibición para ser artista. No ha habido tantas mujeres artistas como hombres artistas. Y esto es importante señalarlo porque a veces tendemos a decir: “Oye, ¿cómo que no ha habido mujeres artistas?». Bueno, ha habido, pero ha habido muchas menos porque no se nos ha dejado. Y las pocas que han conseguido saltarse todos los obstáculos (tenían) invisibilización absoluta.
P: Y ¿cómo ha sido el cambio? ¿Ha sido poco a poco o se estancó hasta estos los últimos años?
R: Evidentemente en los últimos años hay una mejora, un mayor interés por parte de museos, instituciones, editoriales, de empezar a hablar y a rescatar a estas artistas invisibilizadas.
Pero para mí nos encontramos con un problema muy grande que es el enfoque. Es decir, si se dedica una exposición a Artemisia Gentileschi, por ejemplo, al final su obra parece que es lo de menos y todo se centra en el drama que tuvo en su vida personal. Y esto pasa muchísimo. Todo el rato nos encontramos que cuando se rescatan artistas, al final parece que interesa más su drama personal, que además gira en torno a un hombre, en torno a las relaciones con una pareja, con un amante, etcétera, que su propia obra.
Bajo la mirada feminista
P: ¿Y qué es lo que deberían tomar en cuenta los museos para rescatar a las artistas?
R: Se han hecho cosas bien y otras regular. Yo creo que me sirve de ejemplo muy evidente la exposición «Invitadas» del Museo del Prado, que también se dividió un poco en creadas y creadoras. Una primera parte de cuadros de hombres en las que aparecían mujeres y luego de artistas mujeres. Evidentemente la parte de artistas mujeres fue mucho más pequeña, pero hubo muchísimos errores.
Un error garrafal fue el cuadro que abría la exposición, que estaba absolutamente destrozado. El nivel de conservación era mínimo y el Museo del Prado dijo que estaba hecho por una artista y era una manera de simbolizar el descuido que se había tenido desde las instituciones con las obras de las mujeres. ¿Qué pasa? Que fíjate si había descuido, que no se molestaron en comprobar que esa obra no era de una mujer, sino de un hombre. Y esto lo destapó una historiadora de arte que tiene un blog.
Otro ejemplo es el del Museo Thyssen, que dedicó una exposición a Georgia O’Keeffe el año pasado y fue absolutamente espectacular. Sin sesgos, intentando realmente comprender su obra más allá de sus relaciones personales, más allá de la repetidísima iconografía de las flores que parecen vulvas. Cómo llegar un poco más allá de lo de siempre. Yo creo que se están haciendo cosas bien y hay todavía mucho camino.
P: Hay unas partes en el libro en el que desmenuza los mensajes o los iconos que hay en los cuadros. ¿Cómo fue ese trabajo de interpretar qué dice cada parte del cuadro?
R: Esto es como reeducar la mirada. Por lo general, nos han enseñado a mirar los cuadros desde la mirada androcéntrica, que es una mirada patriarcal. Pero hoy todo se puede rastrear, toda una línea de cuadros desde el Renacimiento hasta la actualidad, de mujeres tumbadas, desnudas en un diván, que están mirando al espectador.
Esta iconografía va evolucionando, pero tú llegas al museo y lo único que te resuena es la palabra belleza. Y de repente te pones a investigar y empiezas a ver que esas mujeres en realidad no tienen nada que hacer en ese cuadro, solo deben estar bellas y estar ahí para que las miren. Son mujeres objeto, tal cual. No tienen nada más que responder a unos cánones de belleza que se ve perfectamente cómo va evolucionando.
Por ejemplo, cuántas veces me he plantado yo ante La maja desnuda, de Goya, en el Museo del Prado y he dicho: «Qué cuadro más interesante, qué bien hecho», pero ahora ya sé que esa es una mujer objeto y punto. Hay algunas claves muy sencillas, como las que analizo en el libro. Hay que ponerse en frente de los cuadros y ver dónde pongo mi mirada, tener una perspectiva feminista.
Niñas sexualizadas y violaciones en los cuadros
P: Y ¿le ha sorprendido algo al realizar este libro?
R: Hay muchísimas cosas que me han tomado por sorpresa. Especialmente lo de las niñas sexualizadas. No me podía imaginar que había tantísimos ejemplos. No sabía la historia de Lewis Carroll con Alicia, que él se había dedicado a hacer fotos a niñas en posiciones y con trajes cuestionables.
También he descubierto a muchas artistas. Y me ha sorprendido mucho ver cómo cosas que estaban absolutamente normalizadas, por ejemplo, en el siglo 17 siguen normalizadas hoy. Hablábamos de las violaciones en los cuadros, que al final, suena muy fuerte decirlo, pero es el placer de la violencia sexual.
Los reyes disfrutaban viendo estos cuadros. Pues es que hoy tenemos Pornhub con millones de videos de violaciones que hombres disfrutan viendo por el mismo motivo que hacían los reyes, para sentir el poder. El poder sobre los súbditos hoy es el poder de un pringado que está en su casa para sentir el poder sobre una mujer.
P: ¿A quiénes espera llegar con su libro?
R: Este libro está escrito intentando buscar el equilibrio entre la divulgación y la profundización. No quiero que sea un libro que se quede solo en la superficie, sino que realmente pueda llegar a los ámbitos educativos a todos los niveles, desde la primaria, adaptándolo al contexto de primaria, hasta la universidad. Y luego, por supuesto, es un libro que apela al sentido crítico, a que tengamos nuestra propia mirada.
Cristina Bazán
Fuente: Efeminista