Situación de las mujeres con discapacidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) apunta que una de cada cinco mujeres tiene discapacidad. Las mujeres que tenemos discapacidad sufrimos opresión por nacer con vulva, discriminación y estigmatización por formar parte del colectivo de personas con discapacidad. Si prestamos atención al estudio de Mujeres Progresistas, con el título “Mujeres, discapacidad y violencia de género”, el 80% de las mujeres con discapacidad afirman sentirse discriminadas. De ese 80%, el 62,6% afirma sentirse doblemente discriminada por ser mujeres y por su condición de discapacidad y el 36,2% señala que se siente discriminada por el mero hecho de ser mujer. A este último porcentaje me refiero para señalar una de las causas de nuestra invisibilidad, que es la vergüenza por la condición de discapacidad.
Es por ello por lo que a las mujeres que tenemos discapacidad nos cuesta vindicar nuestros derechos, es como si pensáramos que no existieran y, ante la mínima resistencia a nuestras reclamaciones, creemos que nuestras peticiones no son dignas de consideración. Nos enfrentamos a múltiples dificultades: barreras físicas, psíquicas, intelectuales, sensoriales; violencia simbólica, violencia por parte de la pareja.
Las mujeres con discapacidad somos el 60%, lo que implica que somos mayoría dentro del colectivo de personas con discapacidad. Pese a ser mayoría, nos encontramos en clara desventaja respecto a los varones con discapacidad y nuestra voz se escucha menos en el resto de la sociedad. Las mujeres con discapacidad somos educadas en base a nuestro sexo en la obediencia y la sumisión, señalan nuestra falta de atractivo, critican nuestro criterio, nuestras capacidades cognitivas y nos dirigen hacia la feminidad que es la causa de la opresión sexista. Para nosotras, la discapacidad funciona como facilitador de la opresión; ya que nos convierte en más vulnerables que el resto de las hembras humanas adultas.
Podría decir muchas cosas sobre lo que la sociedad patriarcal hace a las mujeres que tenemos discapacidad, pero el principal escollo lo encontramos en el capacitismo que tiende a defender la normalidad como baremo. Ya sé que lo que voy a afirmar va a generar polémica, pero es lo que pienso: la sociedad nos pone unas reglas que cumplimos con dificultad, lo que para todas las mujeres supone el género y que para nosotras está amainado, ya que cumplimos con dificultad los roles que el sistema patriarcal nos asigna por haber nacido mujeres. El principal problema lo veo en que tratamos de encajar en esos estereotipos, los consideramos signo de normalidad y juzgamos duramente o tratamos con condescendencia a quien no quiere o no puede cumplir ese papel. Afirmo que es más devastador ese capacitismo interiorizado que el proveniente del resto de la sociedad.
Por otro lado, existe una misoginia interiorizada cuando mujeres con discapacidad hablan de personas con discapacidad o personas disca, ignorando su condición de hembras humanas adultas, ya que las expresiones persona con discapacidad o gente disca borran la expresión mujer.
Hemos visto que existen dos tendencias en el colectivo de mujeres con discapacidad que hace que seamos invisibilizadas y que colaboremos de ese modo con quienes nos discriminan.
Licenciada en Geografía e Historia por la UAM, feminista y activista por los derechos de las personas con discapacidad
Fuente: Tribuna Feminista