noviembre 11, 2022

Liderar y cuidar: los pilares de una emprendedora que desafió sus propios límites



Se estima que en 2025 la población de personas adultas mayores de 60 años ascenderá a 17 millones en México, lo que equivaldría al 13% de la población nacional. Si esa proyección se concreta, la demanda de tareas de cuidado experimentaría un aumento sin precedentes, la cual se sumará a aquella población con secuelas derivadas del COVID-19.1 

Las tareas de cuidado, que son asumidas en su mayoría por las familias, y en particular por las mujeres, constituyen un derecho de las personas y una responsabilidad que debe ser compartida por todos los integrantes y actores sociales. Así, tanto el sector público como el privado deben adoptar medidas, políticas, programas y servicios de cuidado y de promoción de la corresponsabilidad en la vida familiar, laboral y social, que liberen tiempo para que las mujeres puedan ejercer su autonomía. 

En este contexto, proyectos que puedan impactar de forma positiva en la calidad de vida de las personas adultas mayores, se tornan cada vez más relevantes. Por eso, la historia de María Belén Dolores Chávez, que rescata un saber tradicional de la región de Oaxaca y ofrece empleo de calidad a -personas adultas mayores, constituye un caso paradigmático. 

Liderar para seguir 

María Dolores Belén Chávez es un ejemplo claro del liderazgo y resiliencia de las mujeres de Oaxaca. Desde su actividad en un comedor que comenzó a llevar adelante junto a otras mujeres de su comunidad, conoció a hombres y mujeres con necesidades económicas, pero también con un valioso conocimiento de una forma de producir típica de la región: el tejido artesanal con hojas de palma. 

En medio de la rutina de compartir un plato de comida con vecinos y vecinas que lo necesitaban, Chávez tuvo una idea. “Cuando les preguntaba por qué no hacen alguna actividad que les diera sustento, me decían que su producción ya no se vende”, relató Chávez sobre el tejido artesanal de bolsas y sombreros hechos con hojas palma. En ese momento intuyó que estas artesanías podían convertirse en una fuente de ingresos para los productores, por lo que decidió generar el marco para que esa actividad, que ellos consideraban subestimada, encontrara su demanda y pudiera convertirse en un negocio genuino. “Al día siguiente comenzaron a mostrarme lo que hacían y así fuimos moldeando más el proyecto conforme a lo que fueron llevando”, relató Chávez. 

En ese entonces, María Dolores recibió el diagnóstico de una enfermedad cerebral que, según los médicos, no le permitiría continuar con su rutina de la misma manera. En paralelo, Chávez se enteró de la existencia del programa Avancemos por la Igualdad (API), que comenzó en 2018 con la alianza global entre ONU Mujeres y Danone a través de su marca Bonafont en México. Esta colaboración se enfoca en el empoderamiento económico de las mujeres en las comunidades afectadas por el terremoto del 2017 en la Ciudad de México y Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. 

“Me gustó mucho la comercialización de los productos”, señaló Chávez sobre la dimensión del programa que asesora y capacita a líderes de emprendimientos en aspectos vinculados a lo comercial. “Lo que más me llamó la atención es el aprendizaje en finanzas y el costeo del producto. Ya teníamos la marca registrada y el proceso, pero tan sólo con esto nos lo reafirmamos y creo que eso me ayudó a olvidarme del diagnóstico que me tenía triste y me permitió seguir trabajando”, señaló. “Aprendí cómo costear un producto, cómo sacarlo, las ‘cuatro Ps’ de la mercadotecnia. Ahora ya sé todo sobre mi producto: la plaza, el precio y luego la otra parte de las publicaciones, ¡qué padre!”, sostuvo Chávez. 

Un modelo de trabajo a la medida de las personas adultas mayores 

Las personas que son parte del emprendimiento tienen de 70 años en adelante. Muchas están solas porque sus hijos o hijas no viven en la ciudad, partieron a la Ciudad de México o fueron al norte y no regresaron. Por eso, más allá de que no han tenido acceso a una computadora o un teléfono, el problema principal es que tampoco están siendo cuidadas o sus cuidados dependen de muchas otras personas. 

El éxito del proyecto tuvo impacto en distintas dimensiones de la vida de la comunidad. Por un lado, generó ingresos para las personas artesanas y un lazo de comunidad al construir un sentido de pertenencia a un proyecto directamente conectado con la cultura de la región. Además, produjo confianza, un grupo de contención y la satisfacción de la tarea cumplida. “Cuando comencé a platicarle a los viejitos y las viejitas que vendimos la primera bolsa a España, una señora me abrazó y me dijo: ‘Nunca pensé que mis manos fueran a viajar tanto’”, recordó María Belén, emocionada. 

Para Chávez, su emprendimiento logró un impacto social, económico y emocional demás valioso. “Si con este proyecto se pueden dar ese gusto, si les puedo decir en diciembre, ‘esta cobija es nueva, siente lo que es tener una cobija nueva’, esta es una satisfacción que a mí me queda”. 

Impacto comunitario y ambiental 

Además de trabajar con las personas adultas mayores, el emprendimiento de Chávez tiene un impacto en las y los jóvenes de su comunidad, dado que encontraron en la siembra de la palma una forma de apoyar su proyecto. De esta forma, distintas generaciones de la misma comunidad trabajan para mantener vivo el legado del tejido de palma en la zona mixteca. 

“Estamos buscando reconocimiento para la palma. Hay una certificación ambiental para esa reestructuración de los cerros y de los lugares para que esto continúe, no solamente ahora que está de moda o que todos quieren ser ecologistas, sino que esa certificación para nuestra comunidad nos va a servir principalmente para que la gente sepa que, por cada palma que cortamos, estamos sembrando otra, reforestación del lugar en donde vivimos”, consideró Chávez. “Ayuda mucho que el mundo vea que trabajar en comunidad es posible”, finalizó.

Fuente: Onumujeres LAC

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