Nina Menkes desgrana, plano a plano, la misoginia del cine hollywoodense
Imagen del documental de Nina Menkes "Brainwashed", facilitadas por la distribuidora Avalon. EFE/AVALON/Hugo Wong
Este mes de noviembre llega a las pantallas españolas el documental «Brainwashed» de la cineasta independiente Nina Menkes (California, 1965), basado en su conferencia «Sexo y poder: el lenguaje visual del cine», donde se evidencia el sesgo de género del lenguaje cinematográfico a través del análisis de 175 extractos de películas clásicas o de culto.
Según el documental, que intercala partes de películas estrenadas entre 1896 y 2020 y que cuenta con entrevistas a directoras como Laura Mulvey, Joey Soloway, Julie Dash o Eliza Hittman, la misoginia y la cultura de la violación han tenido en el cine de Hollywood su mejor aliado durante años.
Así, cuatro décadas después de que la británica Laura Mulvey denunciara por primera vez el dominio de la mirada masculina en el cine en su ensayo «Placer Visual y Cine Narrativo» (1975), Menkes nos invita a «despertar de la hipnósis» al desmenuzar, paso a paso, el diseño de los planos y ponerlo en relación directa con la discriminación de la mujer y los casos de abusos sexuales destapados por el #metoo.
Y es que nadie escapa de esa mirada sesgada que parece anclada en el subconsciente colectivo, ni Scorsese, ni David Lynch, ni Tarantino ni Kubrick, ni Paul Thomas Anderson, pero tampoco Julia Ducournau ni Sophia Coppola. Y precisamente el hecho de que se trate de algunas de las mejores películas de la historia del cine ha hecho aún más difícil la posibilidad de cuestionarlas.
Diferenciación de género sistémica
Menkes analiza quién es el sujeto y quién el objeto de deseo y la dinámica de poder que eso acarrea, pero el lavado de cerebro al que alude el título del documental comienza en la composición de los planos, a la hora de encuadrar a la mujer y al hombre, de mover la cámara o de iluminar.
El análisis desvela que la diferenciación de género es sistemática: mientras que el cuerpo de la mujer aparece fragmentado, el del hombre nunca y si bien la cámara lenta se utiliza para realzar la sexualización en el caso de la mujer, en el hombre se ralentizan las escenas de acción.
Los ejemplos son infinitos: desde la presentación del personaje de Vicky en «Toro salvaje» en la que se le niega la voz a ella, a la cosificación del cuerpo femenino en «Metrópolis» de Fritz Lang, en «Vértigo» de Hitchcock o en «Apocalypse Now» de Coppola.
Nina Menkes también señala el uso de la iluminación, contrastada para ellos y suave para ellas, y la ambigüedad espacial que tiende a reforzar la presentación de las mujeres como fantasías masculinas.
Las protagonistas no se salvan de la cosificación
Ni siquiera cuando las mujeres son protagonistas se salvan de la cosificación. Por ejemplo, «Carrie» (1976) de Brian Palma arranca con una escena donde se observa que la protagonista sufre acoso de sus compañeras de juego de voleibol; en la escena siguiente, en la ducha, la cámara se recrea en su cuerpo fragmentado y desnudo desde un punto de vista que claramente no es el suyo.
Tampoco las superheroínas se escapan de esa mirada que Menkes llama «depredadora»: Wonder Woman (Gal Gadot) camina como si desfilara por una pasarela y la Viuda Negra (Scarlett Johansson) es repasada estratégicamente por la cámara una y otra vez.
Ni la presencia de una mujer detrás de las cámaras garantiza una mirada diferente, como demuestra la presentación del personaje de Scarlett Johansson en «Lost in Translation», dirigida por Sophia Coppola, a través de su trasero, mientras que en paralelo vemos a Bill Murray arrugado, pensativo y humanizado.
Hasta tal punto está arraigada en el subconsciente colectivo la sexualización de la mujer que incluso una película concebida para denunciarla cae en las mismas trampas formales. Este es el caso de «El escándalo» («Bombshell») sobre un grupo de mujeres que plantaron cara al acoso que sufrían por parte del jefe de Fox News.
Menkes desmonta, en relación a esta película, la creencia a veces esgrimida en defensa del ‘status quo’ de que el realzamiento de la belleza femenina otorga poder y concluye, muy al contrario, que el lenguaje del cine fomenta «el autodesprecio y la inseguridad» en las mujeres.
Magdalena Tsanis
Fuente: Efeminista