marzo 31, 2023

Deconstruir la menopausia desde el feminismo, la propuesta de Paloma Andrés Domingo

 
Con la menopausia llegan también estereotipos de la vejez ligados con una imagen pasiva y asexuada de las mujeres. Fotografía: Pexels

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, en México hay 10 millones de mujeres que están atravesando la menopausia. La ginecóloga y sexóloga española Paloma Andrés Domingo explica que no todas las mujeres en esta etapa experimentan las mismas manifestaciones físicas; aun así, a muchas de ellas en este y otros países se les medica para frenar un proceso natural alrededor del cual se han infundado diversos mitos provenientes de una mirada patriarcal.


En su libro Menopausia: una mirada feminista desde el buen trato (2022), Andrés Domingo explica que la menopausia no es una enfermedad sino una etapa en la vida biológica de las mujeres. Pese a ello, recuerda que la ciencia androcéntrica de la Edad Antigua consideraba a la menopausia como un sustrato de enfermedades mentales, “de maldades procedentes de las toxinas no expulsadas por medio de la sangre menstrual”.


Gracias a tal discurso sobre los cuerpos femeninos se justificaba el uso de tratamientos como la aplicación de sanguijuelas en los genitales; también se justificaron creencias que, de cierta forma, prevalecen actualmente. Dichas ideas tienen que ver con el mito de que las mujeres somos seres emocionalmente inestables, incapaces de dominar nuestro enojo o tristeza.

Ya en el siglo XX —explicó Paloma Andrés durante la presentación de su libro este 18 de marzo en la librería U-Tópicas—, la esfera de la medicina seguía considerando a la menopausia como una endocrinopatía (es decir, como una alteración del funcionamiento normal del sistema hormonal). En ese entonces ya no se hablaba de “maldades” y de humores, pero sí se seguía señalando a este proceso como el causante de la irritabilidad, la neurastenia y otro tipo de problemas psicológicos.

Estos antecedentes históricos sentaron bases importantes para que, aún cuando ya se ha reconocido a la menopausia como parte de nuestros ciclos naturales, esta etapa siga siendo vista con una mirada estigmatizante contra los cuerpos femeninos.

La menopausia desde la mirada patriarcal

Desde la perspectiva de Paloma Andrés Domingo, el estigma con el que miramos la menopausia tiene sus raíces en el sistema patriarcal. Este sistema ha encerrado a los cuerpos femeninos en la jaula de la eterna juventud, la cual nos priva de nuestro derecho a envejecer de manera natural. A esto se suma, además, la exigencia de mantenernos activas, atractivas y siempre dispuestas a complacer a los demás (sobre todo cuando hablamos del disfrute sexual).

Lo anterior repercute directamente en la forma en la que las mismas mujeres procesamos nuestra etapa menopáusica. Tal como explica la ginecóloga española, esta autopercepción suele responder a lo que culturalmente se espera de las mujeres.

Así, quienes comienzan a experimentar las manifestaciones de la menopausia sienten la necesidad inmediata de cubrirlas con tratamientos, todo con tal de no “perder” la belleza y la energía, además del atractivo sexual sin el cual (nos dice el patriarcado) prácticamente somos invisibles para los varones. Paloma Andrés destaca que todo lo anterior hace que con la llegada de la menopausia se creen modelos culturales de mujer mayor, los cuales coartan la percepción de nuestras capacidades al llegar a cierta edad.


“A veces la menopausia es un laberinto intenso lleno de obstáculos no tanto por las variaciones hormonales sino por el contexto social que las envuelve.”PALOMA ANDRÉS DOMINGO

Gracias a esta imagen patriarcal de la menopausia se perpetúa un maltrato físico y psicológico hacia nosotras mismas que está presente en diferentes etapas de nuestra vida. Dicho maltrato tiene diferentes expresiones que van desde una baja autoestima, la comparación constante de nuestros cuerpos con los de mujeres más jóvenes, las cirugías estéticas y los tratamientos hormonales para ocultar nuestros ciclos naturales.

Los efectos psicoemocionales que esto desencadena suelen fungir como estresores que, de acuerdo con la sexóloga, no hacen más que retrasar y obstaculizar nuestros procesos naturales. Tales estresores desencadenan una serie de síntomas que no pertenecen en sí a la menopausia sino que son una reacción normal ante la angustia que dicho proceso genera en nosotras.
¿Cómo deconstruir estos mandatos de nuestros cuerpos?

Paloma Andrés destaca que las manifestaciones físicas propias de la menopausia solamente son bochornos, alteraciones del ciclo menstrual y atrofia vulvovaginal. De acuerdo con la especialista, basta con tomar medidas como ejercitarse, descansar adecuadamente, disminuir el estrés y tener una dieta saludable que excluya el café y las azúcares para minimizar estas sensaciones. 

Por otro lado, Andrés Domingo explica que la disminución del apetito sexual también puede estar presente, pero que esto no tiene que ver solo con la menopausia sino con diferentes elementos que deben analizarse de manera individual. Sin embargo, también hay alternativas para no perder nuestro derecho al goce; algunas de ellas son prolongar el tiempo de excitación, experimentar nuevas prácticas y utilizar lubricantes.

Hay otras manifestaciones físicas que, por otro lado, no suelen ser normales de la menopausia. Algunas de ellas son el insomnio, la depresión, dolor de cabeza, irritabilidad, ansiedad y dolores musculares y osteoarticulares. Precisamente, son estos síntomas los que conducen a una medicalización sistemática de la menopausia, la cual oculta manifestaciones que suelen esconder otros problemas de origen.

Por ello, Paloma Andrés habla sobre la necesidad de mirar la menopausia de manera completa. Si una mujer manifiesta síntomas como los enlistados en el párrafo anterior, entonces, el personal médico debería preguntarse cosas como las cargas de trabajo de esa paciente, las violencias que vive en los espacios donde se desenvuelve, si tiene enfermedades crónicas o no e incluso las relaciones afectivas o conflictivas en las que se encuentra. 

Tal como sucede con nuestro ciclo menstrual, todos estos factores determinan la forma en la que nuestros procesos hormonales se expresan físicamente. Sólo haciendo un análisis completo de ellos es posible evaluar de qué forma o con qué tratamientos se puede mejorar la calidad de vida de las mujeres.

Si bien desde la década de 1960 se han empleado las hormonas para “tratar” la menopausia —afirma Paloma Andrés—, esta forma amable y completa de mirar nuestros procesos pone en el centro la necesidad de recurrir a estos tratamientos solo cuando los síntomas frenen nuestra vida diaria. De lo contrario, el uso normalizado de este tipo de medicamentos puede tener consecuencias físicas como aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama y presentar accidentes cardiovasculares como infartos o embolias.

Además de esto, seguir arraigando la mirada patriarcal sobre nosotras continuará limitando nuestra autopercepción. Pero vernos desde una mirada distinta puede llevarnos a retomar procesos propios desde nuestras capacidades y reconocer nuestros cuerpos como cuerpos sexuados y libres independientemente de la edad.

Fuente: Cimac

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