“Esto es la guerra”: el drama de las mujeres violadas repetidamente por pandilleros en Haití
La violación se ha convertido en un arma de guerra de las pandillas para luchar contra sus rivales y controlar las comunidades y el territorio. Tres supervivientes dan su testimonio
JC/ CORTESÍA THE NEW HUMANITARIAN
En Haití, la violación se ha convertido en un arma de guerra de las pandillas. Las horas y los días posteriores a una violación pueden ser decisivos para el futuro de las mujeres y las niñas, pero la mayoría de las supervivientes se enfrentan a innumerables obstáculos antes de poder empezar a recuperarse física y mentalmente. Y eso si no vuelven a ser violadas por segunda o tercera vez.
La organización independiente The New Humanitarian se reunió con tres supervivientes de Cité Soleil, un barrio de viviendas precarias situado en las afueras de la capital, que está totalmente controlado por las pandillas. Por razones de seguridad, sus nombres se han cambiado, pero estos testimonios que reproduce EL PAÍS a continuación, son representativos de las experiencias de un número incalculable de mujeres que, como ellas, se enfrentan cada día a dificultades y peligros extremos para poder sobrevivir y mantener con vida a sus hijos.
(El encuentro con las tres mujeres se organizó a través del grupo feminista haitiano Nègès Mawon. Los siguientes testimonios, publicados originalmente por The New Humanitarian, se han traducido y editado por motivos de extensión y claridad).
Kari: “No recibimos ayuda. Esto es la guerra”
Kari, una mujer de 39 años que reside en Cité Soleil, ya había perdido a su bebé y a su marido por la violencia de las pandillas antes de ser violada y luego secuestrada. Durante su cautiverio, fue golpeada y violada repetidamente durante tres días antes de que la dejaran desnuda en la calle. No cree que sirva de nada denunciar los hechos a la policía. Kari, que lucha por recuperarse psicológica y físicamente de una infección provocada por las violaciones, intenta cuidar de sus cinco hijos ella sola. No ha recibido ninguna ayuda, salvo algunos alimentos de un sacerdote local y apoyo de una organización comunitaria de mujeres.
Madeline: “Mi madre no para de llorar. No sabe qué hacer”
Madeline, una joven de 16 años, regresaba a su casa en Cité Soleil después de intentar ganar algo de dinero revendiendo comida en la ciudad cuando unos hombres armados detuvieron el autobús en el que viajaba, mataron a algunas de las personas que iban a bordo y tomaron a otras como rehenes. La violaron y golpearon, y cuando recobró el conocimiento estaba cubierta de sangre. Durante varios días, un número desconocido de hombres la violó antes de liberarla, también, desnuda. Más tarde, en el hospital, se enteró de que estaba embarazada, fruto de la violación. Madeline se siente atrapada por la creciente ola de violencia de las pandillas y la posibilidad de volver a ser violada, por lo que ha intentado quitarse la vida en repetidas ocasiones.
Tamara: “Veía a los niños en el suelo llorando. Sentía que me había muerto”
Tamara, una mujer de 24 años, fue violada por dos miembros de una pandilla. Cuando recobró el conocimiento, descubrió que habían matado a su marido y quemado su cuerpo. Dos meses después, fue violada otra vez por tres hombres. Alguien fingió que iba a ayudarla y le tendió una trampa. Llevó a sus tres hijos hasta una de las plazas principales de Puerto Príncipe, la capital, donde mendigó para sobrevivir hasta que fueron expulsados por las autoridades. Hace poco, su hija de nueve años también fue violada por un miembro de una pandilla. Tamara quedó embarazada y su salud física sigue sufriendo las consecuencias de una sustancia tóxica que ingirió con la intención de provocarse un aborto.
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Por André Paultre y Daniela Mohor
Fuente: El País