"Ahorita me dan 3 balazos y nadie me va a encontrar": las traileras que manejan por las carreteras más peligrosas de México
Imagen Leire Ventas
“Ahorita me dan tres balazos y me dejan aquí, envuelta en una cobija, y nadie me va a encontrar”, se dijo Clara Fragoso.
A esa hora tenía ya que estar llegando a Tuxpan, en el estado mexicano de Veracruz, y sin embargo allí estaba, tumbada en medio de la nada, con un sujeto encañonándola.
Y todo porque se le había hecho de noche y, por las luces que llevaba, confundió la camioneta que seguía a su tráiler con una de la Policía Federal.
Cuando con maniobras certeras orilló el enorme camión y se giró para mostrarles su licencia, se dio cuenta del error: quienes bajaron del vehículo no eran agentes, sino hombres encapuchados que le ordenaron que agarrara la manta que traía en la cabina, caminara al monte y se tirara al suelo, mientras ellos revisaban el remolque.
“‘Yo ya fui’, pensé. Despidiéndome estaba del mundo”, recuerda esta mexicana de 57 años, oriunda de Durango capital.
Ratas buenas, ratas malas
— Quédate ahí quieta. No quiero que te muevas, que hagas nada. ¿Tienes hijos?, le espetó su asaltante.
— Sí, cuatro.
— No te preocupes. Vas a regresar a verlos.
La noche empezaba a helar, el tipo de la pistola a acercar su cuerpo al suyo.
— Tengo mucho frío —le dijo él—. ¿Me puedo recostar en tus piernas y taparme un poco con la cobija?
— … Sí.
— ¿Cuántos años tienes?
— Cuarentaytantos.
— Ah, como mi mamá… ¿Y por qué manejas un tráiler?
Clara empezó a conocer el oficio hablando con los traileros que llegaban a comer al restaurante en el que trabajaba en Nuevo Laredo.
Clara le contó que se había casado nada más terminar bachillerato, a los 17; que aunque por aquel entonces su marido ya era violento tuvieron que pasar 15 años para que huyera de aquella casa.
También que en el 2000 empezó una nueva vida con sus hijos en Nuevo Laredo, ciudad fronteriza con Estados Unidos en la que vivía su hermana, pero que no fue fácil; que hubo días que no tuvo qué darles de comer.
Que como mesera apenas ganaba 900 pesos (menos de US$50) a la semana, pero que al restaurante llegaban traileros y, al ver el fajo de billetes enrollados que traían en el bolsillo, decidió que esa profesión era su boleto hacia una vida mejor.
— Pues a nosotros mi papá también nos golpeaba, nos abandonó y hago esto para ayudar a mi mamá.
“Así pasamos, platicando y viendo la luna, yo tratando de convencerlo de que dejara esa vida y se dedicara a otra cosa”.
A las horas su captor, apenas un adolescente, la dejó marchar. No sin antes robarle el camión con toda su carga.
“En este oficio en el que llevo 18 años siempre decimos que, entre las ratas, las hay de las buenas y las hay de las malas. Y a mí me tocaron de las buenas”, agradece Clara desde las oficinas de su empresa en Monterrey, la primera parada de su ruta hacia Ciudad de México.
- Para leer la nota integra: Aquí https://www.bbc.com/mundo/articles/cz7xe70p4xwo
Por Clara Fragoso
Fuente: BBC