Las mujeres tienen cada vez más dificultades en Brasil por los femicidios y las políticas sociales sin avance
Los crímenes se dispararon en 2023 mientras las iniciativas de Lula da Silva encuentran obstáculos en el Congreso
Ser mujer parece ser cada vez más difícil en Brasil. A pesar de que desde el 9 de marzo de 2015, con la ley 13.104 contra el feminicidio, la legislación brasileña prevé penas más severas, según los últimos datos del Foro de Seguridad Pública, el país sudamericano registró 722 feminicidios en el primer semestre de este año, la cifra más alta desde 2019 cuando que se empezaron a recopilar datos. Con un incremento del 250% en comparación con el mismo periodo de 2022, el Distrito Federal lideró el aumento de feminicidios al pasar de seis a 21, con un incremento del 350% en los últimos 12 meses. También se registró un repunte en el estado de San Pablo, si bien con un aumento mucho menor, del 33%. Según la directora ejecutiva del Foro Brasileño de Seguridad Pública, Samira Bueno, el incremento de los feminicidios en el sudeste de Brasil es preocupante. “En San Pablo, hemos recibido informes de cómo se ha desmantelado la red de refugios, de cómo el funcionamiento de esta red no ha sido una prioridad”.
Además, en el primer semestre de 2023 se registraron en Brasil 34.000 casos de violación, lo que supone un aumento del 14,9% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Prácticamente cada ocho minutos una mujer fue violada en el gigante latinoamericano. A finales de octubre, Lula abordó el tema sancionando un proyecto de ley, el 976/2022, que pretende dar un subsidio a los huérfanos de madres víctimas de feminicidio. “Infelizmente, no es motivo de orgullo que estemos realizando una reunión para discutir una de las cosas más abominables que ocurren en las relaciones humanas en el siglo XXI, que es que una mujer sea convertida en víctima prioritaria en su propia casa por su marido, novio, ex marido, ex novio y, a veces, por otras personas”, dijo el presidente.
En coincidencia con el Día de la Mujer, celebrado el 8 de marzo, el gobierno Lula, que creó un ministerio especial para la mujer, aprobó un paquete de medidas para mejorar la condición de la mujer en el mercado laboral, ofrecer más asistencia social y más acciones para garantizar la seguridad de las víctimas de violencia doméstica. Entre los momentos más destacados de las celebraciones de ese día figura el mensaje enviado por Lula al Congreso Nacional para que Brasil se adhiera al Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el lugar de trabajo. “Brasil vuelve a luchar contra la discriminación, el acoso, la violación, todas las formas de violencia contra las mujeres”, había declarado el presidente en aquella ocasión.
Nueve meses después, sin embargo, aún no se ha producido la ratificación. El Convenio 190 es un acto jurídicamente importante porque vinculante para los Estados Partes. Les obliga a establecer normas contra la violencia y el acoso, el abuso o la violación de los derechos humanos que atenten contra la igualdad de oportunidades. De este modo, el Convenio 190 sigue los pasos del Convenio de Estambul sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, que en 2011 constituyó la primera intervención normativa internacional para combatir la violencia contra las mujeres como violación de los derechos humanos.
Lula también había prometido una nueva ley para la igualdad salarial obligatoria entre hombres y mujeres, que fue aprobada el 1 de junio, la Ley 14.611 de 2023. El texto incluye un cambio en la multa prevista en la legislación laboral. Ahora será de diez veces el valor de los salarios adeudados y del doble en caso de reincidencia. Anteriormente, la multa era igual a un salario mínimo regional, duplicado en caso de reincidencia. El 8 de marzo también se puso en marcha un programa para construir 40 Casas de la Mujer, centros para alojar a mujeres en apuros, en todo el país. Se trata de un viejo caballo de batalla del gobierno del PT desde el mandato presidencial de Dilma Rousseff. Luego fue mantenido por la administración de Michel Temer, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB). Bajo el mandato de Jair Bolsonaro (PL) el programa mudó de nombre, en “Mujeres seguras y protegidas”. Pero, de las 27 unidades anunciadas hace diez años, es decir una por cada estado de Brasil, hasta ahora solo se han construido siete en una década. De las cuarenta unidades prometidas por Lula en marzo, hasta ahora se han iniciado las obras de siete, mientras que otras cuatro están aún en proceso de licitación.
El gobierno también ha lanzado un programa titulado “Brasil sin misoginia”, presentado en el sitio web oficial “como una propuesta para la movilización nacional de todos los sectores brasileños – gobiernos, empresas, sociedad civil, ONG, movimientos sociales, instituciones educativas, hinchas organizados, equipos de fútbol, grupos religiosos, artistas, entre otros – con el objetivo de hacer frente a la misoginia, el odio y todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres”. Concretamente, la movilización nacional “anima a todos los socios, especialmente a las empresas, a promover campañas de información y acciones para acabar con la violencia contra las mujeres, así como para ampliar los espacios de debate con la sociedad”.
Nadia recibe instrucciones de Roberto Camara el jueves 20 de julio de 2023, durante una clase de defensa personal dirigida a mujeres que han sufrido violencia doméstica en Río de Janeiro, Brasil. (AP Foto/Silvia Izquierdo)
Sin embargo, el propio gobierno ha sido acusado de ir en la dirección opuesta. Cuando asumió el poder, las ministras de Lula eran 11 de un total de 37, con dos mujeres más al frente de la Caixa Económica federal, Rita Serrano, y del Banco do Brasil, Tarciana Medeiros. De este grupo hasta ahora tres fueron sacrificadas por razones políticas. Con la entrada en el gobierno de los partidos del Centrão, un bloque político que ofrece apoyo a cambio de puestos y concesiones, y las negociaciones con el presidente de la Cámara, Arthur Lira del Partido Progresistas (PP) para votar proyectos caros a la agenda de Lula, el número de ministras bajó a nueve. La ministra de Turismo, Daniela do Waguinho, del partido Unión Brasil, fue sustituida el pasado mes de julio por el también diputado federal Celso Sabino, del mismo partido. La ex jugadora de vóley Ana Moser, por su parte, fue sustituida en septiembre al frente del Ministerio de Deportes por el diputado André Fufuca, del Partido Progressistas de Lira. Rita Serrano, de la Caixa Económica Federal, también se vio obligada a dimitir para dejar paso a Carlos Antônio Vieira Fernandes, también propuesto por el presidente de la Cámara. “A veces lamento profundamente no poder nombrar más mujeres que hombres en el gobierno”, se justificó Lula, “sucede que cuando se hacen alianzas con partidos políticos, no siempre tienen una mujer para nombrar. Pero eso no significa que no pueda retirar a los hombres del gobierno e poner a mujeres”. Brasil también figura entre los países con menor participación femenina en el Parlamento. Los datos de la Unión Interparlamentaria muestran que las mujeres sólo representan el 17,7% de la Cámara de Diputados. De los 32 partidos políticos brasileños, sólo dos están dirigidos por mujeres: el Partido de los Trabajadores, el PT de Lula y el Partido de las Mujeres Brasileñas (PMB).
En este contexto, la primera dama Rosangela Da Silva más conocida como Janja y Michelle Bolsonaro, ex primera dama, han saltado a los titulares en los últimos días. Michelle podría ser candidata por el partido liberal (PL) de su marido en las próximas elecciones presidenciales. Janja, que antes de casarse con Lula era una desconocida como Michelle, también intenta ganar cada vez más espacio en la vida presidencial de su marido y – se dice en Brasilia – podría postularse como su sucesora en 2026. Recientemente Janja ha solicitado un despacho oficial en el palacio presidencial de Planalto donde, no sin críticas, fue fotografiada por el famoso fotógrafo Bob Wolfenson en poses de diva de cine sentada en los muebles del palacio. “En Estados Unidos”, dijo, “la Primera Dama tiene un despacho, ¿por qué es un problema en Brasil?”. Incluso criticó al Presidente indio Modi y al Presidente estadounidense Biden en un acto en Brasilia sobre el tema de las mujeres en el poder. “En un acto del G20, el presidente Modi dijo que ‘tenemos que dar más espacio a las mujeres’. Y entonces, para ayudar, el Presidente Biden declaró que ‘así es, Presidente Modi, tenemos que dar más espacio a las mujeres’”, dijo Janja y luego añadió “No, no tienen que darnos nada. Las mujeres sabemos luchar y vencer”.
Michelle Bolsonaro, en uno de los actos preelectorales para impulsar el PL para las elecciones municipales de 2024 atacó a la esposa de Lula “por hacer turismo por el mundo con su marido”. Y añadió que “todo lo que antes me criticaba ahora lo hace ella, el pañuelo para limpiar el sudor de su marido, la corbata que va a comprar para su marido, sólo que es cara, los papeles que le pasa a su marido para ayudarle con sus discursos”. La influencia de Janja sobre Lula ha provocado ataques de los opositores, pero también preocupación entre los compañeros históricos del partido de Lula. Una de las críticas recurrentes es que va más allá de los límites de una primera dama e intenta influir en decisiones que deberían ser tomadas por políticos electos. El gobierno, por el momento, ha vetado la instalación de un despacho para ella en el Planalto.
Fuente: Mural de Género