Kamala Harris, la mujer que puede marcar un hito en la historia de Estados Unidos
Aunque su nominación como candidata presidencial por el Partido Demócrata aún está por confirmarse, la vicepresidenta Kamala Harris aparece como la primera opcionada. Harris enfrenta el reto inmediato de quedarse con la nominación de la bancada azul y de lograrlo, uno mayor: medirse en las urnas ante un fortalecido Donald Trump. Pero Harris ya ha roto barreras y ahora podría romper otras ¿Lo logrará? Aquí una mirada a su vida y ascenso profesional que la podrían acercar al puesto más importante de la primera potencia.
La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en Nueva York, 21 de junio de 2024. © Brendan McDermid, Reuters
Abogada, senadora, fiscal, vicepresidenta y ahora ¿primera mujer en convertirse en presidenta de Estados Unidos?
Si bien aún debe confirmarse su nominación como la candidata del Partido Demócrata-en sustitución de Joe Biden tras su impactante renuncia a la candidatura-sus posibilidades para pelear el mayor cargo del país en las elecciones del próximo 5 de noviembre son reales.
Quedan menos de cuatro meses, la bancada azul debe decidir a contrarreloj quién pujará por la Presidencia frente al controvertido, pero popular exmandatario republicano Donald Trump.
Harris ya rompió barreras cuando en enero de 2021 se convirtió en la primera mujer, negra y de ascendencia del sur de Asia en ocupar el cargo de vicepresidenta.
Ahora, encara dos retos: confirmar su candidatura y, de lograrlo, imponerse en las urnas ante un Trump con una imagen fortalecida en las bases republicanas, especialmente tras el intento de asesinato del pasado 13 de julio. Una especie de héroe para el conservadurismo representada en la poderosa instantánea del expresidente con el puño en alto y la cara sangrada, luego de sobrevivir al atentado.
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Pero ¿quién es Kamala Harris, más allá de la Vicepresidencia? ¿Qué dice su pasado sobre las posibilidades de volver a marcar historia en la próxima contienda?
El activismo, presente en la vida de Harris desde antes de nacer
Harris nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, California, de padres inmigrantes. Su padre emigró de Jamaica en la década de 1950 y su madre del sur de India.
Ambos, profesores universitarios, se conocieron como estudiantes en Berkeley y activistas de derechos civiles.
La vicepresidenta ha hablado de asistir a manifestaciones cuando era una niña, rodeada de adultos “que pasaban todo el tiempo marchando y gritando sobre esto llamado justicia”.
Puedes ser la primera en hacer muchas cosas, pero asegúrate de no ser la última
Su ciudad natal y la cercana Berkeley, en el corazón de los movimientos por la justicia social y racial de la época, y el activismo que presenció desde temprana edad marcaron más tarde su rumbo profesional.
Los padres de Harris se divorciaron cuando ella era pequeña y su madre la crió junto a su hermana menor, Maya.
"Mi madre me miraba y decía: 'Kamala, puedes ser la primera en hacer muchas cosas, pero asegúrate de no ser la última'", recordó en una declaración publicada en el sitio web de La Casa Blanca.
La ahora abogada de 56 años estudió ciencias políticas y economía en la Universidad Howard, en Washington, uno de los centros educativos históricamente afrodescendientes e importantes del país, donde se unió a la hermandad de mujeres Alpha Kappa Alpha, que se convirtió en una fuente apoyo político a lo largo de los años.
Desde allí se involucró en temas políticos como los asuntos raciales en su país y el apartheid en Sudáfrica.
Tras graduarse, Harris regresó al área de la Bahía de San Francisco para estudiar derecho y eligió la carrera de fiscal, una medida que sorprendió a su familia activista.
Pero la joven remarcó que trabajar por los cambios desde el interior del sistema era tan importante como movilizarse desde afuera.
En 2014, Harris se casó con el abogado Doug Emhoff, quien ya tenía dos hijos.
Escribió un artículo para la revista Elle en 2019 sobre la experiencia en ese rol y reveló el nombre que luego dominaría muchos titulares.
"Cuando Doug y yo nos casamos, Cole, Ella y yo estuvimos de acuerdo en que no nos gustaba el término 'madrastra'. En lugar de eso, se les ocurrió el nombre 'Momala'", como declaró.
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De abogada a vicepresidenta, un largo camino de ascensos y complejidades
En 2003, experimentó su primer desafío en la política cuando se postuló a su primer cargo en esa materia, el de fiscal de distrito de San Francisco. El desafío era grande: pocos residentes la conocían y enfrentaba a un veterano fiscal de la ciudad.
Pero la joven abogada plantó cara al reto, instalando una tabla de planchar como mesa afuera de las tiendas de comestibles para hablar con la gente y darse a conocer.
Ese primer reto fue superado: Harris ganó el cargo y mostró rápidamente su ímpetu para derribar obstáculos.
Meses después, llegaría uno mayor: solicitar o no la pena de muerte para el asesino de un joven policía mientras estaba en funciones. Harris se negó a pedir la pena capital, una decisión probablemente marcada por su conocimiento y activismo sobre derechos humanos, pero le costó un desgaste en su relación con la Policía local.
Sin embargo, esa situación no frenó su ascenso político. En 2010, el entonces presidente, Barack Obama, la respaldó para convertirse en fiscal general de California.
Una vez en su nuevo cargo, se rehusó a defender la Proposición 8, una iniciativa respaldada por los votantes que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Su tiempo como fiscal estatal coincidió con los momentos en que los asesinatos de jóvenes negros a manos de la Policía recibieron mayor atención.
Entonces, implementó algunos cambios, como el seguimiento de datos raciales en las detenciones policiales. No obstante, sus críticos subrayan que no adoptó medidas más fuertes como exigir que ese tipo de casos letales, calificados por muchos como abusos de autoridad, fueran investigados por fiscales independientes.
En 2017, se convirtió en senadora por su estado, California. Y desde allí mostró sus dotes como fiscal.
Durante una audiencia en el Capitolio, en marzo de 2018, cuestionó concreta y enfáticamente al entonces fiscal general, Jeff Sessions, si se había reunido o no con empresarios rusos durante la campaña presidencial de 2016, que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca.
“No soy capaz de acelerar tan deprisa, me pone nervioso”, terminó afirmando Sessions ante la insistencia de Harris para que no respondiera con evasivas sobre sus vínculos con el abogado personal del presidente Donald Trump, Marc Kasowitz.
Una forma directa de interrogar que meses después también terminó poniendo nervioso al aspirante a juez de la Corte Suprema, Brett Kavanaugh, sobre si tuvo algún contacto con miembros de la firma de Kasowitz con relación a la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre si la campaña de Trump coludió con agentes rusos durante las elecciones presidenciales de 2016.
Poco más de dos años después de convertirse en senadora, Harris anunció su campaña para la nominación presidencial demócrata de 2020. Pero, esta se vio empañada por luchas internas y no logró ganar terreno y finalmente se retiró antes de las asambleas electorales de Iowa.
Pero durante su trayectoria también forjó una relación fortuita con Beau Biden, el hijo de Joe Biden que se desempeñó como fiscal general de Delaware. Beau Biden murió de cáncer cerebral en 2015, pero su amistad con Harris cobró importancia años después, cuando su padre eligió a Harris como su compañera de fórmula.
Un nuevo techo de cristal por romper
Hay quienes resaltan que la vicepresidenta tiene aspectos en los que se parece al expresidente y una de las voces más relevantes del Partido Demócrata, Barack Obama, entre ellos una identidad racial compleja. Con el exmandatario mantiene una relación cercana desde que él se presentó al Senado en 2004.
Pero eso no garantizó el respaldo inmediato de Obama a Harris como la candidata de la bancada.
El primer presidente afrodescendiente de la historia del país pide una contienda abierta para elegir al sustituto de Biden en la nominación demócrata.
Sin garantías completas para quedarse con la nominación del partido, Harris vuelve a estar en la posición de derribar obstáculos en la escena política. Nada nuevo para ella que ascendió en su carrera siendo una desconocida.
Estados Unidos, un país con complejas situaciones de racismo, solo ha elegido a un presidente afro en su historia: Obama, en las elecciones de 2008.
Aún como mandatario, y en su segunda campaña por el Ejecutivo, debió refutar las acusaciones de los republicanos que lo señalaron de no haber nacido en Estados Unidos, lo que le impediría estar en el cargo.
Tras sucesivos dimes y diretes el entonces presidente se vio forzado a mostrar su certificado, que constataba que nació en Hawaii.
La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, asiste a un evento de infraestructura sobre Internet de alta velocidad en el Auditorio de la Corte Sur del edificio de oficinas ejecutivas de Eisenhower en la Casa Blanca en Washington, EE. UU., el 3 de junio de 2021. © Reuters/Evelyn Hockstein
Más allá de las cuestiones raciales, EE. UU. tampoco ha elegido a lo largo de su historia a una mujer como presidenta de la nación. Hillary Clinton estuvo cerca en los comicios de 2020, pero perdió frente a Trump.
La raza y el género probablemente volverán a marcar los meses previos a las elecciones y su respectiva campaña.
De confirmarse Harris, se prevé que el exmandatario Donald Trump, ya nominado como el candidato republicano para las elecciones de este año, una vez más vuelva a dar rienda suelta a su artillería de declaraciones polémicas.
"Tiene un discurso populista marcado por el racismo, la xenofobia y el odio hacia el otro, es decir, todo aquel que no es un hombre blanco", subrayó a EFE la analista Yamila Pino.
Y ya ha empezado, en su mitin del pasado sábado en Michigan, el expresidente la atacó y describió como “risas Kamala”.
"Se puede decir mucho por su risa. Está loca; le falta un tornillo", afirmó en su acostumbrado tono despectivo.
Harris ya rompió una vez el llamado techo de cristal ¿volverá a quebrar un desafío histórico?
Fuente: France 24
Con AP, EFE y medios localeso