julio 24, 2022

Frances Morris, la primera Directora de la Tate Modern "Estudié Historia del Arte en Cambridge y en todos mis años allí nadie habló de una sola mujer artista en clase"


Frances Morris, directora de la Tate Modern. Hugo Gledinning 

En 2016 Frances Morris (Londres, 1958) se convirtió en la directora de la Tate Modern, el museo de arte contemporáneo más visitado del mundo. Es la primera mujer que dirige el emblemático centro de arte londinense que ocupa una antigua central eléctrica a orillas del Támesis, convertida en museo por los arquitectos Herzog & de Meuron. Morris estudió en la Universidad de Cambridge en una época en la que ninguna mujer aparecía en los planes de estudio de Historia del Arte. Un dato que merece la pena recordar porque entre los mayores logros de Morris, una declarada feminista, está el haber comisariado las grandes exposiciones que consagraron a escala global a Louise Bourgeois en 2007 y a Yayoi Kusama en 2012. Morris también fue la primera en romper el orden cronológico en la colección, una idea revolucionaria que luego muchos otros museos han replicado.

¿Se considera una personalidad "disruptiva"?

Sí, siempre me ha gustado ser disruptiva en un sentido positivo, no negativo, y por eso me gusta tener a personas disruptivas que me cuestionen en mi equipo. Cuando trabajas dentro de un museo te das cuenta de lo encerradas que están en sí mismas la instituciones y lo atadas que están a su propia agenda, a la política, a la historia. Fue algo muy evidente para mi cuando empecé a trabajar como comisaria en la Tate. Mi rol es seguir siéndolo como directora.

¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del arte?

Estudié Historia del Arte en Cambridge y en todos mis años allí nadie habló de una sola mujer artista en clase, era un sistema terriblemente conservador. Yo llegué a la universidad como una joven feminista y además iba al King's College, que también lo era. Recuerdo lo contradictorio que me parecía lo que estudiaba en clase en comparación con los artistas que admiraba en la vida real. Leer a Linda Nochlin, la primera historiadora que se preguntó por qué no ha habido grandes artistas mujeres en la historia, fue revelador. También me abrió la mente leer a John Berger y sus Modos de ver. Nuestra mirada afecta a cómo interpretamos lo que vemos. El mundo en el que vivimos ha sido enteramente construido desde lo patriarcal y es importante ser consciente de ello, de que todos estamos influidos por esa visión.

¿Recuerda su primer día como directora?

Llegué en una bicicleta tándem, pedaleando con mi marido, que siempre me ha apoyado mucho en mi carrera. Recibí muchas flores y felicitaciones. Recuerdo que era un 1 de abril, April Fool's Day (el equivalente inglés al Día de los Santos Inocentes), y que pensé: ¿habrá sido todo una broma? [Risas]

¿Ha cambiado mucho el mundo del arte desde que empezó a trabajar como comisaria en los 80?

Las Guerrilla Girls fueron muy importantes porque consiguieron llevar su mensaje a las masas. Recuerdo que las invitamos a la Tate años después y compramos obra suya. Ellas criticaron que sólo un 16% de los artistas de la colección eran mujeres, una cifra que era un poco mejor que la que denunciaban del Met, un 5%, pero igualmente vergonzosa. Un periodista me preguntó por ello después y no supe que contestar. Fue un momento embarazoso para mí, de esos que te hacen reaccionar y replanteártelo todo.

El Louvre nombró el año pasado a su primera directora en más de 200 años, ¿se está avanzando o queda mucho por hacer?

Tiene que haber más cambios, no son suficientes. Es genial tener a mujeres dirigiendo el Louvre o el Macba, pero cuando estás dentro del sistema te das cuenta de lo increíblemente masculinizadas que están todas las instituciones. Creo que Europa estamos avanzando y que los próximos cinco años van a ser determinantes en Estados Unidos, donde va a haber muchos relevos en puestos importantes. El cambio es progresivo, pero es lento porque la mayoría de estos cargos son ocupados durante mucho tiempo por las mismas personas. Esto está sucediendo en el sector público, el sector privado del arte sigue muy lejos de la igualdad. Y por las experiencias que he tenido, diría que el feminismo en el mundo del arte es una burbuja comparado con el entorno corporativo o el mundo de la política, que siguen siendo mundos de hombres.

¿Cómo se feminiza un museo?

Creo que uno de los cambios que ya se nota es que las mujeres colaboramos más. Hasta hace poco, los museos competían entre sí por todo: por el público, por conseguir los mejores patrocinios o préstamos de obras, etc. Y eso no tiene sentido en un mundo como el actual porque todos formamos parte de un mismo ecosistema. Cuando yo llegué a la Tate Modern, el arte estaba en el centro de todo, y creo que ahora hemos incluido al público en esa ecuación. Los cambios son muy lentos. Desde que se producen en las personas a nivel personal o intelectual hasta que llegan al sistema pasa mucho tiempo. Pero avanzamos. Hace unos años programábamos a "grandes mujeres artistas" que habían sido ignoradas por la historia como Dora Maar o Anni Albers. Hoy ya no las llamamos así, nos referimos a ellas como "artistas". En el próximo curso tendemos a Magdalena Abakanowicz, Barbara Hepworth y Cézanne.

¿Estamos en el inicio de una gran contraofensiva feminista?

A las olas feministas las llaman oleadas por algo, porque van y vienen. Creo que 2022 marcará un antes y un después y que ahora estamos viendo el reflejo de algo que llevaba mucho tiempo cocinándose, espero que lo que venga ahora sea un tsunami. Sólo hace falta ver el trabajo de artistas como Barbara Kruger o Jenny Holzer de los 80 para darse cuenta de que la lucha por los derechos de la mujer siempre ha existido. En Estados Unidos el arte depende mucho de la filantropía, muchos museos viven de sus donantes. Y lo que estamos viendo es que muy pocos han mostrado su rechazo a la decisión del Tribunal Supremo de derogar Roe vs Wade en comparación con lo que ocurrió tras el asesinato de George Floyd, cuando muchos sí que se posicionaron.

¿Cómo ha afectado la guerra de Ucrania al museo que dirige?

Estamos con Ucrania y estamos apoyando a artistas ucranianos. La directriz ahora es no programar a artistas rusos, lo cual es trágico para ellos y para todos mis colegas rusos. Lo que está sucediendo con Rusia, una de las grandes potencias culturales del mundo, no tiene precedentes y marcará a las próximas generaciones de artistas del país. Es una pena. Recuerdo ser joven y quedar absolutamente deslumbrada por las vanguardias rusas y artistas como Malévich, que en realidad es ucraniano. Todo lo que está sucediendo es muy triste. Por suerte, la Tate Modern no tenía demasiados vínculos con oligarcas.

Leticia Blanco
Fuente: El Mundo.es

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